Oh my god
Se avecina la final del Duelo de Bandas Universitarias (¿o era concurso...? supongo que da igual...) y aunque aún no sabemos si seremos o no seleccionados, se hace necesario ponerse a ensayar si queremos estar a la altura de lo que creemos que debe ser un concierto de esa magnitud. Escenario grande, esperemos que buena afluencia de público, y cámaras profesionales que inmortalizarán el evento en un flamante DVD de promoción.
El chico de los solos vino este miércoles a Salamanca para dar un poco de leña con nosotros, escapando por unos días de sus tiránicos profesores de arquitectura. Hasta ahí todo de maravilla, de no ser porque:
1) Tenemos clases el viernes por la tarde.
2) Los tiránicos profesores de Historia del Arte conspiran para llevarse a Durga justo ese fin de semana.
3) Debido a la graduación de amigos y familiares me veo inmerso en una espiral de fiestas y comilonas que amenaza con terminar con la poca salud que me queda, y por supuesto con todas mis posibilidades de descanso.
4) Hay canciones nuevas que montar (siempre hay canciones nuevas que montar :P)
5) Hay que montar dichas canciones en dos ensayos, porque la próxima vez que veamos a Darío será encima del escenario.
El estilo de trabajo de Daementia siempre ha resultado peculiar, en el sentido de que, salvo en verano, las veces que conseguimos coincidir para ensayar todos juntos se pueden contar con los dedos de dos manos. Una de ellas perdió dos o tres dedos en Vietnam, o un conflicto similar. Aunque no lo parezca en un principio, tiene sus cosas buenas. Disfrutas de cada ensayo conjunto como si fuera el último (porque lo es en mucho tiempo) y después de cada concierto siempre te sorprendes un poco de lo elevada que es la relación resultados/tiempo del grupo. En el lado malo, cuando te enfrentas a desafíos como esa final (esperemos, esperemos, esperemos que nos seleccionen) no puedes evitar pensar si nuestro método de trabajo, necesario dadas las circunstancias de los miembros del grupo, no elegirá justo el momento más importante para demostrar sus debilidades.
En cualquier caso, los miembros del grupo que quedamos en Salamanca nos pondremos a trabajar a saco para construir un bloque compacto y preciso de sonido en el que la guitarra de nuestro solista pueda integrarse sin dificultades. El resto queda en manos del buen hacer de Darío, que hasta ahora siempre ha demostrado ser capaz de conectar con el resto de Damentia desde el primer compás, a pesar de llevar meses sin vernos.
Con suerte, nos vemos ahí arriba.
El chico de los solos vino este miércoles a Salamanca para dar un poco de leña con nosotros, escapando por unos días de sus tiránicos profesores de arquitectura. Hasta ahí todo de maravilla, de no ser porque:
1) Tenemos clases el viernes por la tarde.
2) Los tiránicos profesores de Historia del Arte conspiran para llevarse a Durga justo ese fin de semana.
3) Debido a la graduación de amigos y familiares me veo inmerso en una espiral de fiestas y comilonas que amenaza con terminar con la poca salud que me queda, y por supuesto con todas mis posibilidades de descanso.
4) Hay canciones nuevas que montar (siempre hay canciones nuevas que montar :P)
5) Hay que montar dichas canciones en dos ensayos, porque la próxima vez que veamos a Darío será encima del escenario.
El estilo de trabajo de Daementia siempre ha resultado peculiar, en el sentido de que, salvo en verano, las veces que conseguimos coincidir para ensayar todos juntos se pueden contar con los dedos de dos manos. Una de ellas perdió dos o tres dedos en Vietnam, o un conflicto similar. Aunque no lo parezca en un principio, tiene sus cosas buenas. Disfrutas de cada ensayo conjunto como si fuera el último (porque lo es en mucho tiempo) y después de cada concierto siempre te sorprendes un poco de lo elevada que es la relación resultados/tiempo del grupo. En el lado malo, cuando te enfrentas a desafíos como esa final (esperemos, esperemos, esperemos que nos seleccionen) no puedes evitar pensar si nuestro método de trabajo, necesario dadas las circunstancias de los miembros del grupo, no elegirá justo el momento más importante para demostrar sus debilidades.
En cualquier caso, los miembros del grupo que quedamos en Salamanca nos pondremos a trabajar a saco para construir un bloque compacto y preciso de sonido en el que la guitarra de nuestro solista pueda integrarse sin dificultades. El resto queda en manos del buen hacer de Darío, que hasta ahora siempre ha demostrado ser capaz de conectar con el resto de Damentia desde el primer compás, a pesar de llevar meses sin vernos.
Con suerte, nos vemos ahí arriba.
Etiquetas: Ensayos, Pobriño Dario