jueves, 9 de abril de 2009

El cigarrito de después

El concierto de presentación del disco en el Potemkim fue, por un lado, la culminación de varios meses de duro trabajo que fueron debidamente narrados a partir de esta entrada, y por otro, la conclusión de una etapa en Daementia que se inició en lo compositivo justo después de la salida de nuestra maqueta, y comenzó a tomar cuerpo a partir de la entrada de Durga en el grupo.

Mirando hacia atrás, hemos avanzado mucho no sólo desde nuestros más tiernos inicios, sino en estos últimos años. Hemos conseguido un directo mucho más sólido (aunque todavía dentro del campo de lo relativamente sólido y muy mejorable), hemos conseguido que nuestra música llegue a mucha gente (ey, hay un par de desconocidos que incluso nos tienen en sus favoritos de lastfm), hemos editado un disco de verdad, y no sólo eso, sino que hay almas cándidas que lo compran en las tiendas.

Los seres humanos nos movemos en base a unos objetivos, y nosotros hemos alcanzado los nuestros, a pesar de que en un principio parecían muy lejanos. Eso (y en este caso hablo por mí, aunque supongo que los demás Daementes habrán sentido algo parecido) me ha dejado descolocado y sin impulso. Como preguntándome... ¿y ahora qué?

El caso es que nuestra actividad en este último trimestre, a pesar de no ser nula del todo, sí ha sido más baja de lo habitual. En parte creo que todos hemos agradecido esta pequeña pausa para relajarnos, como quien se fuma el cigarrito de después. Pero va siendo hora de volver a la faena...

Mi opinión es que es un problema de escala. Mirando las cosas desde el punto de vista de unos chicos de 18 años que se juntan para montar un grupo, hemos llegado más lejos de lo que podíamos esperar. Pero, cogiendo un poco más de distancia... nos queda mucho por hacer y tenemos que pensar en cómo vamos a hacerlo.

Las conclusiones del concilio de la semana pasada fueron principalmente dos. La primera es que tenemos que matarnos a dar conciertos este verano. Nada nuevo, por otro lado, veremos qué puertas se nos han abierto en este tiempo.

La segunda conclusión, en mi opinión más interesante, es que tenemos que ser capaces de montar un directo mayoritariamente acústico. Ni mucho menos para sustituir a nuestra habitual dosis de leña, sino para tocar también en esos sitios reducidos (cafés teatro, salas pequeñas, y un largo etcétera) en los que a partir de cierto número de watios las paredes se caen y los vecinos llaman a la policía.

En resumen... intentar que nuestra música llegue a más gente, y que podamos tocar en más sitios y con más flexibilidad.

Creo que es una buena excusa para empezar a moverse de nuevo :)